lunes, 16 de agosto de 2010

Textos diversos de V.M. 2010 (Agosto)

(Continuación de lo anterior: "...mugía a la muerte entre los aplausos...?" )


"Cabría tal vez hacer notar que las dos cosas, nuestro desprecio hacía los animales y nuestro desprecio hacia nosotros mismos, son las dos caras de la misma moneda: la moneda del desprecio hacia la vida en general. Por mi parte, creo que las raices de este desprecio bañan en la necesidad de que todo progreso, todo desarrollo, más o menos bien orientado, pretende liberarnos. Y creo que iremos superando este desprecio en la medida que vayamos superando esta necesidad. Es la nuestra, en suma, una actitud a través de la cual expresamos nuestra falta de abundancia, de libertad, de educación.

Claude Lèvi-Strauss, el estructuralista que tan brillantemente ha aplicado los descubrimientos de la lingüística moderna a la antropologia, me dijo en el curso de una entrevista algo que me parece ilustrar de forma ideal eso de las dos caras del desprecio:

"El hombre ha querido constituírse en reino separado y, como amo y señor de la naturaleza, se ha arrogado el derecho de destruir todo lo que no es él; es decir formas de vida, y al hacer esto ha arruínado sus propias posiciones. Porque el hombre no es solamente un ser pensante, sino un ser vivo y al mostrar tanto desprecio hacia la vida, ha proporcionado a otros hombres el medio de mostrar desprecio por la vida tal y como es representada o encarnada por otros hombres. Por lo tanto, el problema moral de hoy no es lanzar el humanismo por la borda, ni continuar perpetuándolo. El problema es pasar de esta especie de humanismo feroz, agresivo, exclusivo, a formas mucho más moderadas, respetuosas, no solamente con el hombre, sino también con la vida bajo todas sus formas, ya que el hombre es a su vez un ser vivo (...) Me parece que no puede aprender a respetarse si no es a condición de que aprenda a respetar algo más que él. Y de que se proteja de algún modo, con una especie de fortificación donde podría librarse, bajo forma de combate por la protección de la vida, un combate que en el fondo, es por la protección de la misma humanidad".

Hemos llegado a la Luna, Marte, Venus, no tardarán en ser alcanzados por nuestras naves... Igual que suprimir, aquí y ahora, los toros, estofados o no, podríamos empezar por no comernos a los marcianos y a los venusinos, con el pretexto de que tienen catorce patas, ojos pedicelados y movibles, y sabor a centollo. Sería tal vez el principio de otras renuncias. En pro de la vida.



Víctor Mora

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