miércoles, 16 de diciembre de 2009

Textos Diversos

Bueno, esta vez ha sido algo, digamos que de menor cuantía... Y no ha sido como cuando en 199O le dispararon a Wolfgang Schäube, un ministro del interior, dejándole paralítico. Al norteamericano Bush, le habían tirado zapatos pero ninguno le alcanzó y pudo seguir como si tal cosa, agachando la cabeza...
"¿Por qué me odian tanto...?", dicen que ha exclamado el po- lítico italiano Silvio Berlusconi, que ha recibido en plena cara el golpe, lanzado al aire, de una replica de alabastro de la catedral de Milán.
La verdad, esto de replicar a golpe de catedral, o de lo que sea, a los argumentos del contrario, nos devuelve a la edad de piedra y es algo intolerable, completamente impropio de 2009... Sin broma alguna: a Silvio Berlusconi, y a cualquier otro político, a cualquier otra persona, hay que garantizarle el derecho a hablar... Se contesta siempre hablando, en tiempo de paz, por más que nos ahogue la indignación o lo que sea... O si no, vayamos acostumbrándonos a rercibir algo más, como Silvio Berlusconi, que lesiones... Los malos modos y similares están siempre en los orígenes de cualquier guerra... ¿Cuando lo aprenderemos?
La perfección creciente e incesante de los armamentos, las matanzas cretinas que no paran en el mundo, las injusticias monstruosas que siguen siempre adelante con las mismas causas que nos negamos a ver y corregir, a través de los siglos... Además del sexo, tenemos un cerebro... Algo fantástico, maravilloso, que aún no está descubierto totalmente... ¿Por qué nos paramos a pensar -a menudo- en algo más que en cosas baladies... y en el dinero, claro está? ¿Por qué no reflexionamos sobre lo que nos quisieron enseñar hombres y mujeres eminentes, no siempre forzosamente famosos y brillantes, que nos precedieron...?
¿Vamos a pensar... aunque sea por cinco minutos?

Victor Mora

1 comentario:

Clayton dijo...

Me alegra mucho, amigo Víctor, que haya retomado la labor en su blog tras habernos dejado "en ascuas" al finalizar su "leyenda" de cómo nació el Capitán Trueno. Espero y deseo de veras "verle" de nuevo y frecuentemente por éste su pequeño y valioso rincón internáutico, que yo estaré deseoso de visitarlo.
Un fuerte abrazo.